Trabajad por uniros a Cristo

En cuanto dejamos de lado a Dios y ponemos por encima de Él los trabajos y preocupaciones que nos rodean, todo esto termina por ensordecer la voz de Dios y nuestra mirada se vuelve solamente humana, perdiendo de vista nuestro fin último: el Cielo. Esto es peligroso para todos, pero si un sacerdote cae en esto, acabaría poco a poco descuidando su ministerio y dedicándose al mundo como un trabajador más. D. Juan José Segarra Gómez, sacerdote de la Archidiócesis de Valencia, nos advierte de este peligro y de otro aún peor: el doble lenguaje. El sacerdote no puede dejarse llevar por las modas o la presión social. A lo que es «sí» debe decir «sí» y a lo que es pecado debe llamarlo como tal, sin rebajar sus consecuencias.

  • D. Juan Cerrato Ponce —sacerdote de la Diócesis de Getafe (Madrid)— reflexiona sobre las experiencias diarias con las que se tiene que enfrentar y concluye que, si el sacerdote no prioriza lo verdaderamente fundamental, que es su trato íntimo con el Señor, poco a poco se va vaciando y deja de hacer lo más importante que tiene que hacer, que es comunicar a Jesucristo, porque «si el sacerdote no se llena de Dios, no transmite a Dios».

     

     

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