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Que los agobios y sofocos de esta vida no nos aparten de la unión con Cristo.

El encuentro con Jesús cambia la vida, nos cura completamente y nos devuelve la dignidad.

Pidamos al Señor que nos dé una mirada como la suya, para que podamos ver todo como lo ve Él.

Dame Señor la firme confianza de que todos mis sufrimientos son fuente de gracias si las vivo unido a ti.

¿Sabes cuánto vales? Vales la Sangre de Cristo. En la Cruz el Señor te dijo «te amo».

Lo normal en nuestra vida tiene que ser amar cada día más a Jesús y, por Él, a todos nuestros hermanos.

Gracias Madre porque tú eres mi guía y sin tu amor no sería nada.

Dios es siempre Dios y no podemos fabricarnos un dios a la medida de nuestra imaginación o de nuestras necesidades.

No tengas miedo a que alguien te diga la verdad, pues te ayudará a unirte más al Señor.