10 minutos con Jesús: Ni caso a los rumores
- Sección: Meditaciones-homilías
- Categoría: 10 minutos con Jesús
«Tú sé íntegro, vive ajeno al qué dirán. Como Jesús, nunca dejes de hacer el bien.»
«Tú sé íntegro, vive ajeno al qué dirán. Como Jesús, nunca dejes de hacer el bien.»
«Estamos necesitados de misericordia, pero antes de la misericordia está la verdad.»
«Mi niña está en las últimas; ven, impón las manos sobre ella, para que se cure y viva».
«Que el comer su carne y beber su sangre nos configure a Cristo abandonado a la voluntad del Padre.»
«Merece la pena dar la vida por ti, como Tú la has dado por nosotros.»
«Así nos enseñaste en la cruz: Perdónales Padre, porque no saben lo que hacen. ¿Te has sentido ofendido? Reza por quienes te ofendan más.»
Señor concédeme un corazón que sepa ver las necesidades de los demás y contemplarte a ti.
«Yo quiero estar cerca de ti, en las horas malas y no solo en lo bueno. Quiero renunciar a mi yo, llorar y sufrir contigo. Tú muerte me dará la verdadera vida.»
«En verdad os digo que en Israel no he encontrado en nadie tanta fe. Os digo que vendrán muchos de oriente y occidente y se sentarán con Abrahán, Isaac y Jacob en el reino de los cielos; en cambio, a los hijos del reino los echarán fuera, a las tinieblas. Allí será el llanto y el rechinar de dientes».
«No se trata de no ver, sino de mirar con tus ojos, Jesús.»
«La verdadera gloria a la que está convocada toda persona está en el monte calvario…»
«Y enseguida quedó limpio de la lepra. Jesús le dijo: “No se lo digas a nadie, pero ve a presentarte al sacerdote y entrega la ofrenda que mandó Moisés, para que les sirva de testimonio”».
«Que el Señor nos conceda tomar esa decisión que nos falta para llegar a santos.»
«El perdón es el mayor regalo.»
«Mi palabra será eficaz únicamente en la medida que me he identificado con el mensaje.»
«¿Cómo hablo de los demás? ¿Con mi lengua siembro paz o cizaña?»
«Inmediatamente se le soltó la boca y la lengua, y empezó a hablar bendiciendo a Dios».
«Entra dentro y háblame, pero no me vengas con rollos y discursos, porque soy tu Padre te conozco bien. Ábreme tu corazón, cuéntame tus cosas...»
«Subimos todos al Gólgota a recoger los frutos del Sacrificio Redentor y llegamos tú y yo, nos hincamos de rodillas al momento central...»
«Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se cosechan uvas de las zarzas o higos de los cardos? Así, todo árbol sano da frutos buenos; pero el árbol dañado da frutos malos».
Gracias a la generosidad de nuestros bienhechores, hemos podido seguir hasta ahora. Pero las exigencias van siempre en aumento y con frecuencia surgen gastos imprevistos, como reparaciones, adquisición de nuevas máquinas, etc.
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